Neumáticos trenzados (Flickr)
Los neumáticos son los pies de nuestro coche nuevo y podemos decir que nos mantienen agarrados a la carretera y en posición vertical. Es importante que comencemos a cuidarlos desde el principio y conozcamos algunos detalles básicos acerca de su mantenimiento.
Nada más estrenar coche (y neumáticos), conviene que los primeros 200 ó 300 kilómetros que hagamos sean suaves, a una velocidad moderada y sin acelerones bruscos. Este periodo de rodaje permitirá que los neumáticos se adapten a la forma de “pisar” del coche con uniformidad.
Un buen hábito que podemos tomar es comprobar la presión al menos una vez al mes. La mayoría de las gasolineras tienen aparatos para medir la presión. Sino, también podemos comprarnos un buen manómetro por menos de 40€.
Es importante que la presión sea similar en las cuatro ruedas y que esté dentro de los límites que marque el manual del fabricante. Pero ojo, a la hora de medirla es bueno hacerlo en frío (cuando el coche no haya recorrido más de dos kilómetros o lleve menos de 20 minutos en marcha) y compararla con la presión “en caliente”, que tiende a aumentar al calentarse el aire del interior del neumático. De esta manera, ahorraremos combustible e incrementaremos la seguridad y la durabilidad del coche.
manómetros (flickr)
El desgaste de los neumáticos es otro factor a tener en cuenta. Es ilegal conducir con neumáticos cuyo dibujo mida menos de 1,6mm. Los fabricantes suelen incluir topes en el dibujo de caucho para avisar cuando nos acercamos al límite (y a la multa). En general, es bueno no acercarnos al límite, ya que el agarre queda bastante reducido. Un truco consiste en alternar regularmente (cada 8.000-10.000 kilómetros) los neumáticos delanteros y traseros para equilibrar el desgaste. Los delanteros tienden a desgastarse más que los traseros, ya que suelen soportar el peso del motor.
Por último, es recomendable cambiar los neumáticos cada dos años o, al menos, cada 40.000 kilómetros.